El tiempo pareció detenerse este martes en Vilaboa, que fue el escenario de un evento enocultural que ya es un referente: "100 vinos, 100 libros". Impulsada por el Ayuntamiento y magistralmente organizada por Luis y Alejandro Paadín, esta iniciativa sin precedentes fusionó la literatura y el vino gallego en un entorno singular: entre el histórico Forno da Cal y el vasto mar, con las bateas como telón de fondo.
Cuando la literatura y el vino se encuentran frente a la inmensidad del océano, el resultado es una emoción compartida y palpable. Más de 200 personas se acercaron a este privilegiado enclave para participar en una animada charla entre lectoras y autores. Mientras tanto, degustaban exquisitos vinos de las cinco denominaciones de origen gallegas, así como de indicaciones geográficas protegidas como Ribeiras do Morrazo, en una experiencia que deleitó todos los sentidos.
Entre el Forno da Cal, el mar y los libros, Vilaboa demostró que existen espacios donde la cultura florece de forma natural y espontánea. La meteorología, que amenazaba con interponerse, finalmente respetó la jornada, permitiendo que asistentes de todas las edades —desde una lectora de 92 años hasta jóvenes llegados de diversos puntos de Galicia— compartieran conversaciones y copas con autores premiados, todo en un ambiente íntimo pero a la vez abierto y acogedor.
El alcalde de Vilaboa, César Poza, destacó el profundo valor simbólico y emocional del encuentro. "Este evento es un homenaje a lo que somos: tierra, mar, palabra y vino", afirmó. También quiso expresar su agradecimiento "al mundo vitivinícola, que lleva Galicia por el mundo, y también al Club de Lectura de Vilaboa, que demuestra que la cultura se cuida, se trabaja y se celebra en comunidad".
Las emociones no solo brotaron de la organización, sino también del público asistente. Una vecina de Vilaboa compartió su entusiasmo: "Lo pasamos muy bien. Nunca imaginamos tener algo así aquí, con los autores, con los vinos... fue muy bonito". Por su parte, David, un joven de Santiago que se acercó sin tenerlo previsto, comentó: "Fui por curiosidad y acabé quedándome hasta las dos de la tarde. El sitio es espectacular y el ambiente, muy acogedor".
En un rincón mágico de la ría, más de 200 personas descubrieron que la lectura puede tener cuerpo, aroma y un inolvidable final en boca. La escenografía natural y el espíritu cercano del evento consiguieron que incluso visitantes ocasionales decidieran sumarse a la experiencia en el último momento, seducidos por la propuesta.
Con una copa en la mano, un libro en el regazo y el mar como testigo, "100 vinos, 100 libros" nació con la vocación de celebrar el territorio y la palabra. Este exitoso encuentro confirma que la literatura y el vino gallego forman una pareja con un brillante futuro.
            
            
              