sábado. 27.04.2024
El Global Shading Day, celebrado el pasado 21 de marzo, es de crucial importancia para recordarnos la necesidad de la instalación de protección solar como paso directo para combatir el cambio climático y crear edificios más sostenibles. Esta sencilla medida evita el sobrecalentamiento de los edificios, reduce las necesidades de aire acondicionado y reduce las emisiones de dióxido de carbono (CO2).

Las medidas de protección solar, que agrupa todas aquellas soluciones que evitan el sobrecalentamiento de los edificios, tienen una función vital para asegurar la sostenibilidad en sector de la construcción y la rehabilitación, así como para lograr los objetivos de eficiencia energética que ya constituyen un imperativo mundial.

Entre las aportaciones más relevantes, según el último estudio Guidehouse Europe, la aplicación de estas soluciones en el parque immobiliario europeo puede llegar a reducir, hasta un 60% la energía necesaria para refrigerar el interior de las viviendas, disminuir en hasta un 58% la emisión de gases de efecto invernadero y pueden llegar a suponer un ahorro potencial de 285.000 millones de euros en Europa de aquí a 2050.

“Los edificios en Europa consumen el 40% de nuestra energía y contribuyen al 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero. La protección solar puede reducir el consumo de energía en hasta un 60% de aquí a 2050. Es hora de dar prioridad al sombreado solar para combatir el sobrecalentamiento y allanar el camino hacia un futuro sostenible”, cuenta Anders Hall, presidente de la ES-SO.

En comparación con los sistemas de refrigeración activa, la refrigeración pasiva reduce significativamente el consumo de energía y ayuda a combatir el cambio climático. Las técnicas de enfriamiento pasivo, como la protección solar inteligente, aprovechan un clima interior agradable sin depender del aire acondicionado que consume mucha energía. Al aportar sombra a nuestros espacios de forma inteligente, reducimos la ganancia de calor, ahorramos energía y minimizamos nuestra huella de carbono.

En resumidas cuentas: una refrigeración pasiva no consume energía, mientras que una de tipo activo sí que lo hace. Un hecho, como consecuencia del aumento exponencial de las temperaturas por el cambio climático, que puede marcar el futuro de nuestro planeta.



 

Los edificios consumen el 40% de la energía y contribuyen al 36% de las emisiones
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