"Cuidado, prevención y asertividad". Estas son las tres claves que las familias deben tener presentes al abordar posibles trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en sus hijos e hijas. Así lo expuso la dietista especializada Lis Valera en una sesión formativa organizada por el colegio Reial Monestir Santa Isabel de Barcelona, dirigida a familias, estudiantes y profesorado.
Valera, en colaboración con el colegio barcelonés, llevó a cabo una jornada con diversas sesiones específicas para decenas de familias de alumnos desde 1º de ESO hasta 2º de Bachillerato. El objetivo principal fue analizar en detalle los aspectos vinculados a esta problemática que afecta significativamente a los jóvenes y proporcionar herramientas prácticas para identificar y actuar ante conductas que podrían derivar en un TCA. La experta también animó a las alumnas a apoyarse mutuamente y a priorizar el bienestar de las demás antes de caer en un silencio cómplice.
Desde el colegio Reial Monestir Santa Isabel se destaca la creciente necesidad de este tipo de iniciativas: “Vivimos un momento social y vital complejo para los adolescentes, donde confluyen factores como la presión estética, la exposición constante en redes sociales, la inseguridad emocional o unas expectativas muy altas, todo lo cual puede afectar a su bienestar psicológico y a su relación con la alimentación y la imagen corporal”.
En esta misma línea, Ángel Ubach, psicólogo del colegio, subraya la importancia de ofrecer estos espacios dentro del entorno escolar: “Es fundamental ofrecer este tipo de espacios dentro del entorno escolar, porque permiten a las familias y al propio centro educativo actuar de forma preventiva y conjunta. Estas charlas abren conversaciones necesarias y proporcionan herramientas que pueden marcar la diferencia en la detección temprana y el acompañamiento emocional”.
Las reflexiones y los consejos prácticos de Lis Valera propiciaron un diálogo enriquecedor con las familias asistentes, quienes tuvieron la oportunidad de plantear sus dudas e inquietudes. Su mensaje final enfatizó que la prevención también se inicia con gestos cotidianos: cuidar el lenguaje y la forma en que nos comunicamos.
