Cada año, las calles de Vigo se llenan de fe y devoción para la procesión del Santísimo Cristo de la Victoria, uno de los eventos religiosos más importantes de la ciudad. Este año, las palabras del Obispo de Tui-Vigo, Monseñor Antonio Valín Valdés, resonaron en el corazón de los fieles, invitando a una profunda reflexión sobre el significado de la cruz en la vida contemporánea. Su homilía y la oración pronunciada ante la imagen del Cristo trajeron un mensaje de amor incondicional, fraternidad y un llamado urgente a la paz. En el evento también estuvo presente el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, acompañado por otros miembros del Gobierno gallego y el presidente de la Diputación, Luis López.
La homilía del obispo comenzó con las palabras del Evangelio de Juan: "De tal modo amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él, no se pierda, sino que tenga vida eterna". Según el obispo, este pasaje resume el sentido de la celebración. El Cristo de la Victoria, "roto en la cruz", se levanta para atraer todas las miradas y corazones, llevándonos a cuestionar quién es Él. Monseñor Valín destacó que, para Juan, la cruz es la revelación del "exceso del amor del Padre". No es un signo de condena o fracaso, sino de entrega y salvación, un regalo gratuito e inmerecido de Dios a toda la humanidad, sin exclusiones.
El obispo subrayó que la fe no es un mero sentimiento o una ideología, sino la aceptación libre de la entrega amorosa de Jesús. Es la convicción de que, en la cruz, Dios nos ama y responde a los anhelos de todas las personas, incluyendo a los "descartados del mundo". La cruz, por tanto, se convierte en un símbolo de esperanza, donde reconocemos que no hay situación, por negativa que sea, que no sea acogida y redimida en el amor de Dios. La fe en el Cristo crucificado y resucitado nos lleva a una "salvación histórica y definitiva", en la cual se alcanza nuestra más plena realización.
La Cruz en las Encrucijadas de la Vida Moderna
En la oración ante la imagen del Cristo, Monseñor Valín Valdés expandió esta reflexión a las realidades del mundo de hoy. La cruz del Cristo de la Victoria no está solo en la iglesia, sino que también "se alza en las encrucijadas de la vida", en los "caminos y calles" donde las personas llevan sus cicatrices y dificultades.
El obispo recordó que la cruz se manifiesta en las vidas de "tantos hermanos y hermanas que mueren por el hambre, por las guerras siempre injustas; que son asesinadas por las injusticias, violencias y silencios". También la vemos "en el rostro de los niños, mujeres, personas agotadas que escapan de situaciones de desamparo, que cruzan los mares buscando una esperanza que queda tantas veces ahogada en medio de las aguas".
Monseñor Valín apuntó la cruz también en las actitudes egoístas de la sociedad: "en aquellos que se aprovechan de los demás", en los "ladrones y corruptos que en vez de buscar el bien común se guían por intereses egoístas", en los "corazones duros que juzgan y condenan a los otros". La destrucción del medio ambiente y la falta de cuidado con la "casa común" son, igualmente, reflejos de la cruz.
Sin embargo, el obispo también vio la cruz en el corazón de personas buenas y justas: en los que hacen el bien sin buscar aplausos, en los que viven con alegría su fe, en las familias, en los voluntarios y en los jóvenes que sueñan con cambiar el mundo.
La oración del obispo culminó en un poderoso llamado a la acción y a la fraternidad. Pidió que el amor de Cristo ayude a "romper con los odios que ciegan los corazones y las mentes". Desafió a los fieles a ser "brazos abiertos, como los tuyos en la cruz, para acoger, acompañar, abrazar a todos y todas sin exclusiones". Monseñor Valín pidió que se tiendan "puentes para acercarnos a todos, para derribar muros, para buscar la paz —siempre la paz, y solo la paz—".
La celebración del Cristo de la Victoria en Vigo, por lo tanto, trascendió la mera tradición para convertirse en un momento de reflexión profunda. Conforme a las palabras finales del obispo, es una invitación a "caminar juntos, más unidos, saliendo siempre unos al encuentro de los otros", en la convicción de que "al mal se le vence con el bien", transformando la esperanza en acción.
