El astromóvil de ese curioso nombre extrae muestras minerales del suelo de Marte desde hace cinco años. Las almacena en tubitos cilíndricos y espera que un vehículo espacial todavía apenas diseñado las traiga a la Tierra, donde docenas de investigadores perecen por ver qué contienen. Entre estos está Javier C, a quien he conocido y tratado este verano en Cataluña. Es un químico jienense que trabaja para el Museo de Ciencias Naturales de Londres; investiga en arcillas y acaba de publicar Clays on Mars, ‘Arcillas en Marte’ (2025). Las arcillas de Marte insinúan que hubo y/o hay agua allí… Javier es paciente: esas arcillas están todavía en Marte y precisaremos siete meses para el viaje de retorno a la Tierra, a bordo de un vehículo espacial que está todavía en fase de diseño: Javier acepta estar ya jubilado cuando eso suceda…
Un astromóvil —también conocido como rover— es un vehículo diseñado para moverse sobre la superficie de un planeta u otro objeto astronómico. Ese chisme, el ‘rover’ que rastrea la superficie de Marte se llama Perseverance, salió de Cabo Cañaveral hace cinco años y tardó siete meses en recorrer los doscientos millones de kilómetros que dista Marte de la Tiera y ‘amertizar’ en Marte. Allá arriba anda a lo suyo, mientras aquí mi amigo Javier confia en su regreso.
Javier ejemplifica una virtud que quiero para ustedes y para mí: mantener viva una meta más allá del cansancio y del tiempo que se precisa para alcanzarla. Muestra lo adecuado del nombre de la preciosa operación y del cacharro que la posibilita. La consecución de cualquier Bien es ardua, tanto el bajar arcillas de Marte como la liberación de Gaza, como los progresos de la paz en el mundo y como la tarea de cada día.
Brindo por los logros del Perseverance que anda fuchicando en Marte, y hago votos por que los humanos aquí en la Tierra perseveremos en la obtención de bienes.
