lunes. 03.11.2025

Electricistas y fontaneros/as… Y una raqueta

En un pasado no muy lejano la profesión de moda en España era la de electricista, el cero eléctrico nos convirtió a todos en electricistas, incluso en ingenieros nucleares.
Nadal.
Nadal.

En un pasado no muy lejano la profesión de moda en España era la de electricista, el cero eléctrico nos convirtió a todos en electricistas, incluso en ingenieros nucleares.

Tenía pensado escribir del gran apagón motivado por una infinidad de enchufes defectuosos, mientras averiguamos las causas del cero eléctrico la profesión de electricista pierde vigencia y emerge con fuerza una nueva profesión: la de fontaneros/as- espero que no se moleste nadie por mi referencia al masculino y femenino-.

Cloacas, aguas turbias, fontaneros y fontaneras de… Hacen que nos olvidemos ya del tema eléctrico. Así andamos, reparando conductos para que las aguas y otros fluidos fluyan y de paso que no huelan tanto. 

Pero no quiero que me de un calambre o que se me atasque el inodoro prefiero hablaros de una raqueta y de un homenaje al bueno de Don Rafael.

Para acabar con la repentina vigencia de fontaneros y electricistas es bueno acercarnos a lo que sucedió en París, un homenaje más que merecido en donde los ojos humedecen.

Una vocación servida, una carrera llena de éxitos y de esfuerzos, disciplina, autodominio, valores. Custodiado por los tres titanes del tenis mundial, nos dan un ejemplo de amistad y compañerismo, era una cita ineludible donde había que estar, esas sonrisas y esos ojos vidriosos nos hablan de reconocimiento y admiración a lo meritorio.

El homenaje, un culto a lo sencillo y quizás más auténtico: los abuelos, los padres, los amigos, su equipo y sus entrenadores y muy especialmente su mujer- ayuda en tiempos difíciles- y su hijo. No necesita mucho más para que sus ojos hablen.

Muchos no lo saben o al menos no son muy conscientes, Nadal ha jugado durante muchos años con dolor, con fuertes dolores. Ahí reside su grandeza: saber sobreponerse a las dificultades. Como un miembro de un coro que canta con un hierro en el pie y fuerte dolor, su voz es más afinada.

Es el mensaje que le inculcó su tío y entrenador, así lo reconoció en el homenaje con la voz entrecortada.

Yo me quedo con esos ojos y el rostro noble del guerrero de París, una vocación servida y quizá con su ejemplo podamos abordar y buscar soluciones a los ceros eléctricos y desbordamientos de aguas fecales que acechan a este viejo y gran país. Miremos más al patriarca de la tierra batida.

Merci Rafa.

Electricistas y fontaneros/as… Y una raqueta
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