José Manuel Garcia Cordeiro (Angola, 1967), arzobispo metropolitano de Braga, pasó por Vigo para leer el pregón de la Semana Santa viguesa. Amigo del obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro, y de José Dieguez. DL-G ya lo había entrevistado hace unos años, cuando era obispo de Bragança-Miranda, en Trás-os-Montes.
Era su primera experiencia como pregonero. “Experiencia original y mi primera vez en un acto con tanto significado. Esta relación de fraternidad, de amistad, entre las iglesias de España y Portugal confirma que no hay fronteras en la Iglesia [Católica]. Es razón de la profesión de la misma fe y del encuentro con lo esencial de la Pascua que nace y brota como luz, no solo para alimentar y dar continuidad a una tradición, sino para celebrar en Cristo nuestra Pascua”.
Y añade José Cordeiro: “Hoy fue una oportunidad para experimentar esta fraternidad sacramental y esta comunión eclesial. Estoy muy feliz de estar aquí, en Vigo, y poder participar en este momento de oración, de reflexión y de una dimensión espiritual tan profunda”.
Continúa el arzobispo de Braga: “Cristo es nuestra Pascua porque Pascua significa paso, el paso del pecado a la gracia, al igual que lo que estamos viviendo con las estaciones, del invierno a la primavera. Nuestra vida es un constante camino de conversión personal, pastoral, misionera…Y unida a esta convicción, Cristo es nuestra Pascua. Solo el Amor salva, por eso el tema que escogí para compartir [en el Pregón] fue la locura de la Cruz de la Pascua. Porque el Amor tiene la forma de una cruz. Nosotros, habitualmente, representamos el amor con un corazón, pero el corazón del Cristianismo es la cruz. La cruz no es simplemente la señal de la muerte, del sufrimiento, sino, sobre todo, la entera donación de Dios por nosotros. Él murió para darnos la Vida. Y esa cruz del Viernes Santo ya no existe. Esta es la Cruz Pascual. El resucitado está llagado, herido…asume todos nuestros dolores, todos los problemas del mundo. Él continúa dando la vida por la Humanidad. Celebrar la Pascua, más allá de una tradición, es sobre todo humanizar a la Humanidad. Hoy tenemos una absoluta necesidad de este camino de humanización. Si no fuese así, correríamos el riesgo de entrar en lo virtual, artificial, en la globalización de la indiferencia, como nos recuerda mucho el Papa Francisco”.
Hasta aquí, José Cordeiro en ‘modo’ pregonero. Pero queremos saber, tras un año de su nombramiento de arzobispo metropolitano de Braga, detalles de su nueva tarea pastoral.
“La Archidiócesis de Braga es un enorme desafío. En términos de población son cerca de un millón de personas. Tiene 551 parroquias, 14 arciprestazgos. Es una región muy joven y, respecto a esta dinámica de la Jornada Mundial de la Juventud, JMJ, de Lisboa 2023, tuvimos el mes pasado la peregrinación de los jóvenes con los símbolos de la Cruz y el Icono mariano. Ahí sentimos el impulso de los jóvenes y de toda la Iglesia que camina con los jóvenes”.
Cordeiro repasa los retos en el gobierno pastoral de la Archidiócesis. “Son varios los desafíos de gran alcance”, para los que se enfrenta “con la experiencia que tenía anteriormente en la diócesis de Bragança-Miranda”. Ésta era más extensa en territorio, pero con menos población que la de Braga.
“Braga tiene una historia milenaria, una tradición de santidad de sus arzobispos y una enorme potencialidad. También hay muchos problemas, como en todas partes. Pero el gran desafío es la evangelización. Tenemos la iglesia sinodal-samaritana como tema elegido para el Año litúrgico y pastoral. Los hicimos coincidir para centrar todo en Cristo”.
“La pregunta que nos hacemos en varios organismos de comunión, en la vista pastoral, también en los dinamismos de la JMJ, qué es lo que tiene que ver con el Evangelio. Es el gran sueño de llevar a Cristo a todos y traer todo a Cristo. A la vez, sirviéndonos de todos los medios, recursos, y de todo aquello que existe, que podemos soñar e imaginar juntos en el proceso sinodal que está en curso…Son varias las propuestas pastorales, sobre todo las que vienen de los más jóvenes…Con ellos queremos continuar, seguir”.
Y ahora se refiere a un problema del que ya nos advirtió hace unos años. “A mi juicio la mayor dificultad en la Iglesia no son los jóvenes. El mayor problema en la Iglesia [Católica] es la falta de adultos en la fe. Porque la mayoría de los adultos quieren continuar siendo jóvenes. No asumen la adultez en la fe, el compromiso con el bien común, con la política, con la economía, con la casa común, con la dignidad de la persona humana…Si cada uno supiese ocupar su lugar, no habría posibilidad de que los jóvenes tuvieran su propio protagonismo. Por eso, mucho trabajo de reflexión y de acompañamiento espiritual en la diócesis ha ido encaminado a ayudar a todos a una conversión del mito de Peterpan, de quien no quería crecer. Hay algunas personas que crecen en edad, en conocimientos profesionales, pero su corazón no crece en la madurez de la fe. Tan solo juntos podemos construir con el diálogo intergeneracional entre mayores y jóvenes, y dicha interrelación tiene que dar buenos frutos. Si no, no tendremos futuro”.
Y vuelve sobre el próximo acontecimiento de Lisboa. “Yo creo mucho en el dinamismo de la JMJ. En la Archidiócesis de Braga ya son en este momento más de 4.000 jóvenes los inscritos para la Jornada con el Papa. La peregrinación de la cruz y el icono mariano de JMJ trajo muchos milagros a la archidiócesis”.
“Nosotros vamos a acoger esa semana a cerca de 25.000 jóvenes de varios países de los 5 continentes, acompañados de muchos obispos, ya anunciaron su presencia 30. Todo esto se tiene que traducir en gestos concretos de presencia viva de la Iglesia. Y lo más importante: la continuidad después del 6 de agosto. Todo el dinamismo y las estructuras de los arciprestazgos y de las parroquias son para nosotros garantía de la pastoral juvenil vocacional en la archidiócesis”.
Y concluye este joven arzobispo de 57 años: “Esta es una oportunidad única e irrepetible que Dios nos ofrece gratuitamente. ¡O es ahora o nunca más! Esto crea en nosotros mucha esperanza”.
Pedimos a José Cordeiro un mensaje personal para los jóvenes gallegos. “Estamos esperándolos. Hay una relación muy estrecha entre Portugal y Galicia (…) Por eso será para nosotros una enorme alegría poder recibirlos en Braga y en Lisboa. Y con vosotros soñar un mundo nuevo, un Iglesia diferente donde nos sintamos todos bien y podamos vivir la felicidad de ser hijos amados y perdonados por ese Dios. María fue apresuradamente a visitar a su prima Isabel porque el Espíritu Santo no soporta la lentitud. El amor tiene prisa por contagiar la esperanza que tenemos en nosotros”.