viernes. 29.03.2024

Aborto y esclavitud

Aunque muchos se opusieron a la abolición de la esclavitud, hoy día nos avergonzamos de que se haya permitido el comercio de esclavos en el mundo hasta época muy reciento. Se trata de una inmoralidad que ha durado demasiado tiempo.

“Millones de mujeres pierden su derecho constitucional al aborto”, y “El príncipe Carlos habla del sufrimiento causado por el comercio de esclavos” son las dos noticias principales de la BBC el día 25.06.22.

Quizá no sea una coincidencia que el príncipe Carlos hable de los esclavos el mismo día que el gobierno de Estados Unidos ilegaliza el aborto, ya que la esclavitud y el aborto provocado tienen mucho en común: son dos lacras de la humanidad.

Aunque muchos se opusieron a la abolición de la esclavitud, hoy día nos avergonzamos de que se haya permitido el comercio de esclavos en el mundo hasta época muy reciento. Se trata de una inmoralidad que ha durado demasiado tiempo.

Estados Unidos acaba de abolir el derecho al aborto. Muchos se oponen a esto alegando que la mujer es dueña de su cuerpo. Pero lo que hay dentro de la mujer embarazada es una vida humana distinta de la suya, que debe ser protegida. El “nasciturus” está dentro del cuerpo de su madre, no es una parte de su cuerpo. Al aborto provocado se le llama “interrupción voluntaria del embarazo”: un eufemismo ideado porque resulta demasiado duro llamarlo por su nombre. Pero todos sabemos que solo se puede interrumpir el embarazo matando al propio hijo.

En el siglo XXI se calcula que cada año son abortados unos 70 millones de seres humanos inocentes, que ni siquiera tienen voz para llorar. En el momento actual el aborto provocado es la primera causa de muerte en el mundo. Mata más personas en un año que la segunda guerra mundial en cinco.

Es necesario proteger el derecho a la vida, el primero de todos los derechos humanos. Estamos a tiempo de ilegalizar el aborto en el mundo, del mismo modo que se ilegalizó a esclavitud hace apenas dos siglos. No es una vuelta atrás, sino un paso adelante en la civilización.

Isabel Coma Canella, catedrática de Cardiología

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