sábado. 27.04.2024

Grandes personajes que conocí: Gonzalo Torrente Ballester

"(...) Torrente, que ya había sido Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1982) y Premio Cervantes (1985), iba a recibir el galardón de “Gallego del Año” que concedía “El Correo Gallego”. Ese fue el motivo de la entrevista, pero no fue una conversación presencial, sino por teléfono. Recuerdo que lo llamé a su casa de Salamanca, donde vivió los últimos 25 años de su vida y donde murió solo un año después de nuestra charla.(...)"
Gonzalo Torrente Ballester.
Gonzalo Torrente Ballester.

Entrevisté a Gonzalo Torrente Ballester para “El Correo Gallego” en octubre de 1997. La entrevista se publicó el día 24. Mirando ahora la fecha, me sorprende, porque en esa época yo ya había caído en desgracia en el diario y no me encargaban escribir nada de cosecha propia: me limitaba a reproducir teletipos.

Torrente, que ya había sido Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1982) y Premio Cervantes (1985), iba a recibir el galardón de “Gallego del Año” que concedía “El Correo Gallego”. Ese fue el motivo de la entrevista, pero no fue una conversación presencial, sino por teléfono. Recuerdo que lo llamé a su casa de Salamanca, donde vivió los últimos 25 años de su vida y donde murió solo un año después de nuestra charla. El escritor tuvo 11 hijos de dos matrimonios –enviudó de su primera mujer– y trabajó duro toda su vida para sacarlos adelante, sobre todo como profesor de instituto. En Salamanca tiene una estatua sedente en el café Novelty, junto a la que me siento siempre que visito la ciudad.

Hablar con Torrente me causó un gran impacto, a pesar de no hacerlo cara a cara. Era todo un Cervantes y en los primeros años de mi adolescencia TVE lo había hecho popular al emitir “Los gozos y las sombras”, la serie basada en su famosa trilogía. Sin embargo, su novela más celebrada –considerada una de las mejores del siglo XX– es “La saga/fuga de J. B.”, que aún tengo pendiente de leer y que más de un amigo me ha recomendado vivamente.

Nacido en Ferrol, Torrente estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Santiago, donde también comenzó como profesor. Él siempre se sintió muy ligado a Compostela, que era –según me confesó en la entrevista– la ciudad que más le gustaba pero le sentaba mal, por la humedad; y a la que “le debía mucho”, por lo que decidió instalar allí su Fundación, en la popular Rúa do Vilar.

De nuestra conversación, recuerdo dos respuestas que me llamaron especialmente la atención. La primera, su evocación de Ramón María del Valle-Inclán, al que había tratado en Madrid antes de la guerra: “Era muy elegante, lo que pasa es que era muy peludo”. Por cierto que Valle y Torrente tenían en común el hecho de ser dos escritores profundamente gallegos, a pesar de no escribir en gallego. Pero tampoco escribían exactamente en castellano, sino en castellano de Galicia, que no es lo mismo; es decir, en un castellano trufado de galleguismos léxicos y sintácticos. Además, sus personajes y sus ambientes son profundamente gallegos. Por eso me hace gracia y me irrita al mismo tiempo que muchos ignorantes les nieguen su galleguidad.

Lo segundo que me llamó la atención tiene que ver directamente con esto, porque me dijo que, en realidad, él no escribía en castellano, sino en “ferrolano”, respuesta que entendí mejor cuando poco después un amigo –mi querido Ángel Romalde, que en paz descanse– me regaló un libro de Guillermo Fernández titulado “El ‘ferrolano’. Un estudio del habla local”.

Si Santiago Segura llamó “el brazo tonto de la ley” a aquel otro Torrente que inventó, el escritor ferrolano –al que, por cierto, cada vez se parece más el “Isolino” que dibuja Xaquín Marín  en “La Voz de Galicia”– solo puede ser calificado como “la mano hábil de la literatura”.

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