jueves. 18.04.2024

Comienzo

esta primera píldora económica, con la intención de prevenir y anticipar la que

nos viene. En principio mi condición de economista no me ayuda en este

propósito. Dicen que nos dedicamos muy bien a contar lo que ya pasó.

Cambios

económicos como consecuencia de cambios en la manera de pensar de los humanos.

Bicho

disruptivo, crisis perfecta, tormenta total.

En

palabras más económicas  hay problemas

con la oferta y demanda, hay  problemas

financieros y crisis generalizada que afecta a todos los países y a todos los

sectores.

Si

lo prefieres: “la leche en verso“ con

el agravante español de estar más endeudados de partida.

El

hombre en los países desarrollados ha sentido su fragilidad, en países no desarrollados

ya tienen experiencia de esto. Y, de la noche a la mañana todo se nos fue de

las manos…

Veo

al hombre más espiritual, más solidario, con menos dinero pero más valores:

austeridad, respeto por la vida, aprecio por los mayores.

La

economía de la solidaridad nace para quedarse y quizá moderar el principio de

maximización del beneficio.

Más espiritual porque la experiencia de su debilidad le hace humilde y reflexivo y le lleva a buscar un nuevo sentido a su vida.

La

solidaridad es la gran vencedora de esta crisis porque estando mal nos

dedicamos a ayudar al otro. La economía del aplauso y el voluntariado tiene un

largo recorrido.

Seremos

más austeros, más sobrios, el dinero no será tan importante en nuestras vidas.

Pero…vamos al tajo:

Tres

aclaraciones para no caer en el error:

La

crisis sanitaria no está resuelta ni

mucho menos, nuevos confinamientos modificarían estas reflexiones.

La

crisis económica también creará enfermedad, por hambre y somatización de preocupaciones.

Por

tanto el debate salud/economía es casi el debate salud/salud futura,  un debate complejo.

España

afronta esta crisis sin los deberes hechos: un endeudamiento mayor que el de

nuestros socios. El PIB puede llegar a caer entre los años 2020 y 2021 en torno

al 20% y el paro puede oscilar entre un 20% a un 30%.

Es

previsible que Europa finalmente nos respalde (el eje franco-alemán propone un

fondo de ayuda de 500.000 millones de euros), no sé si será formalmente un

rescate o algo parecido. En cualquier caso la ayuda se condicionará a un ajuste

económico durísimo.

Repasamos

a continuación algunos sectores en concreto:

Sanidad:

No

es verdad que tenemos la mejor sanidad del mundo, cosa distinta es tener buenos

médicos.

En

cuanto a número de camas en España por cada 1000 habitantes es de los más bajos

de Europa. Recortes sanitarios los han realizado todas las formaciones

políticas. La responsabilidad del estado de nuestra sanidad no es de los Reyes

Católicos.

Será

un sector a reforzar aunque tampoco es posible tener un sistema sanitario que

cubra las demandas de una pandemia (sería antieconómico), si habrá que

prepararlo para atender incrementos futuros.

Mercado laboral:

 En

una virulenta crisis como la actual no tiene mucho sentido el fuerte incremento

de salario mínimo, ni las prohibiciones de despedir.

Si

nuestro objetivo es el empleo es mejor despedir a unos cuantos que cerrar y es

mejor contratar con sueldos más bajos que no contratar.

Fuera

rigideces y aconsejo en estas circunstancias facilitar al máximo la

contratación.

Hay

muchas incertidumbres, lo que está de nuestra mano es facilitar la contratación.

Ponlo fácil y evita cierres.

Turismo:

Aunque

se espera un descenso de la globalización y a corto plazo se esperan

correcciones muy duras en el caso español - 12% PIB con un empleo de 2 millones

de personas- pasado un año y a largo plazo habrá que pensar que el sol es el

sol y vuelva con fuerza el turismo de Europa.

 Seremos más localistas pero el turismo Europeo

tendrá que seguir funcionando, se reactivará de nuevo la construcción

turística.

Tenía

razón Luis Aguilé  cuando cantaba aquello

de “es el sol español”.

Residencias de ancianos:

Después

de la experiencia vivida, entiendo que se puede producir una vuelta a las familias,

por tanto que el futuro de esta residencias corre peligro.

El

sector tendrá que realizar cambios  en el

sentido de una mejor atención.

La

desatención a la que se han visto sometidos nuestros mayores en esta crisis ha

sido evidente a pesar de las altas cuotas que se pagan al mes.

Nuevas formas de trabajo:

El

famoso teletrabajo viene para quedarse, hemos avanzado en dos meses muchísimo.

No se trata solo de tecnología, la revolución es más profunda.

Trabajar

por objetivo, aumentar la productividad, ahorros de tiempos en los trasportes,

mejor conciliación familiar. Nuevos modelos en la gestión de empresas. Gestión

del tiempo.

Abandono

del modelo clásico de vender frente al 

modelo storytelling.

Autónomos

de más de 45 años, con experiencia profesional creando nuevos negocios online y

gestionando su empleo.

Reducción

del coste de alquileres.

Pymes Créditos:

Tenemos

una estructura de pymes con una dimensión más pequeña que la de nuestros

principales socios comunitarios. El crédito se lo están llevando las grandes y

solidas empresas, a las pequeñas se le reestructuran préstamos en donde el

banco consigue el aval del  estado, el

80% de los préstamos  son denegados. Dos

posibles soluciones para las empresas con problemas financieros, reconversión o

capitalizarse con acuerdos y fusiones.

La falta de liquidez es el principal motivo por lo que la pymes cierran y de momento ya el 11% han cerrado. O sabemos capitalizarnos sin contar con los bancos mediante acuerdos y fusiones o el futuro será más que incierto.

Se

calcula que las necesidades financieras causadas por el bicho están en torno a

200.000 millones de euros y de momento solo se han atendido 13.000 millones

aproximadamente un 7% de las necesidades financieras.

Por

tanto el estado está transfiriendo la liquidez por el lado de la demanda: paro,

rentas mínimas, Ertes… sin atender a la oferta que es la que crea empleo.

Los bancos esperan impagos en las  hipotecas, no es previsible que rieguen con liquidez al mercado, al menos de momento no lo están haciendo.

Por G. Sierra. [email protected]

El hombre en los países desarrollados ha sentido su fragilidad