Que León XIV se apellide Martínez me lo hace más cercano y le quita solemnidad. Le miro y lo oigo. Tiene prestancia y mucha mili a cuesta: le adivino doctrina y piedad. Jugamos en el mismo equipo y soy receptivo a sus mensajes. A los periodistas les pidió el lunes que ‘“desarmen las palabras para combatir el fanatismo y el odio” e hizo un elogio de su profesión, un alegato contra la polarización ideológica y les animó “a no ceder a la mediocridad”. Y en su anterior primera alocución acuñó dos adjetivos al clamar por una Paz ‘que sea desarmada y desarmante’. ¿Qué paz es esa, sin armas propias y que tampoco las tengan los otros países? Es una inmensísima aspiración. También dicen que aspiran a la paz los estados más beligerantes e invasores.
‘Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios’. Queremos ser de estos pero somos fabricantes de armas. España es el octavo vendedor mundial de armas y Urovesa, en Santiago de Compostela, produce vehículos para uso militar: no produce armas pero transporta a quienes las usan. En 2027 entregará al ejército de Nueva Zelanda sesenta vehículos VAMTAC que ‘han demostrado su robustez en el teatro de operaciones en varios continentes’ y el teniente coronel Brendon Jones de aquel país añade “nuestros soldados estarán deseando usarlos y ponerlos a prueba’
Hay eufemismos y corrección poítica en ese discurso: ‘capacidades operativas, teatro de operaciones, vehículos polivalentes de altas prestaciones’ El VAMTAC no dispara pero transporta a quienes lo hacen.
San Agustín, mentor espiritual de León XIV, escribía que «pax omnium rerum tranquillitas ordinis, la paz de todas las cosas es la tranquilidad del orden. Desde hace sesenta años los sucesivos papas publican un Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz. Ahondan en sus condicionamientos y dificultades y en que es buen muy arduo. Al que aspiramos con obras. Ser ‘artífice de la paz’ exige tragarse un marrón o dos: comporta invertir en armas, ser militarista sin serlo y cultivar personalmente las virtudes militares: lealtad, patriotismo, arrojo. A la vez, resignarse a que la condición humana es agresiva, egoísta y reacciona con violencia. Nos queda esa tercera vía: empezar por uno mismo y ser sembrador de paz y de alegría. De palabra, de obra y de acción. Papa Robert Francis Prevost Martínez, estamos en el mismo equipo…
