viernes. 26.04.2024

El niño Jesús, que nació en Belén

"(...) Este vacío de los Evangelios canónicos sobre la vida del Jesús niño fue llenado por los apócrifos, una de cuyas finalidades fue, precisamente, saciar una cierta curiosidad de los primeros cristianos por conocer la primera infancia del Maestro. Así, el titulado La infancia de Jesús, atribuido a Tomás, narra la vida del Señor desde los cinco a los doce años. La imagen que de Jesús niño aparece en estos escritos está tan llena de prodigios que por eso los evangelios apócrifos fueron considerados más bien fruto de la fantasía de sus autores que de una realidad histórica. (...)"
Segundo premio en la categoría general del Concurso de belenes de Afundación 2022 realizado por PP Somacos.
Segundo premio en la categoría general del Concurso de belenes de Afundación 2022 realizado por PP Somacos.

La Navidad es el misterio no solo del Dios que se hace hombre, sino también, y muy especialmente, del Dios que se hace niño. Que Jesús se hiciera hombre, y en concreto niño, no es baladí. Si predicaba con el ejemplo y puso a los niños como piedra angular de su reino, no podía sino hacerse niño él también. En Jesús, Dios se hace pequeño, sin dejar de ser infinito, al hacerse hombre; pero no es suficiente. Por eso se hace también niño, y pobre: humilde entre los humildes.

Del niño Jesús sabemos muy poco. Los evangelistas nos relatan su nacimiento en Belén, la circuncisión a los ocho días, la presentación en el templo a los cuarenta (María ofreció el sacrificio de purificación de los pobres, dos tórtolas o dos pichones), la visita de los magos de Oriente, la huida a Egipto antes de los dos años, el retorno a Nazaret tras la muerte de Herodes, y nada más hasta su pérdida en el templo de Jerusalén durante su primera Pascua, cuando tenía ya doce años. Ninguno de los pasajes bíblicos sobre la infancia de Jesús nos dice nada acerca de su carácter y personalidad, pero de este último episodio podemos inferir que era un adolescente inquieto, decidido, independiente y, si se quiere, desobediente. El alcance del pasaje únicamente se nos puede revelar en toda su magnitud si tenemos en cuenta que Jesús debió de pasar cuatro días con sus noches lejos de sus padres, solo en Jerusalén, la gran urbe palestina de la época, aunque es cierto que por aquel entonces un niño de doce años era mucho más maduro que cualquiera de su edad hoy. El mero hecho de quedarse en Jerusalén sin el permiso y aun sin el conocimiento de sus padres, y la respuesta nada sumisa que les da cuando estos le reprenden (no solo no agacha la cabeza, sino que les reprocha que le hubiesen buscado) dicen mucho de este carácter independiente e incluso díscolo del muchacho.

Este vacío de los Evangelios canónicos sobre la vida del Jesús niño fue llenado por los apócrifos, una de cuyas finalidades fue, precisamente, saciar una cierta curiosidad de los primeros cristianos por conocer la primera infancia del Maestro. Así, el titulado La infancia de Jesús, atribuido a Tomás, narra la vida del Señor desde los cinco a los doce años. La imagen que de Jesús niño aparece en estos escritos está tan llena de prodigios que por eso los evangelios apócrifos fueron considerados más bien fruto de la fantasía de sus autores que de una realidad histórica. El reparo no está en que el niño Jesús hiciera milagros, sino en lo crueles y gratuitos que resultan a veces. Incluso llega a matar a un niño que lo había contrariado y a resucitarlo después.

Por lo demás, Jesús no pudo ser muy diferente de cualquier niño, pues si fue un hombre perfecto –no solo verdadero, sino perfecto–, también fue un niño perfecto, pero todos los niños, en cierto modo, son perfectos. Por eso Jesús los pone como modelo del hombre nuevo, del hombre liberado.

El niño Jesús es, además, la manera más hermosa y sublime de explicar a los niños la idea de Dios, sobre todo del Dios de Jesús, que es siempre un amigo. ¿Con quién se va a identificar más un niño que con otro niño? ¿En quién va a encontrar un amigo mejor que en otro niño? En este sentido, el Jesusito de mi vida, que tantos comentarios estúpidos despierta entre algunos, me parece una oración maravillosa. Examinémosla: “Jesusito de mi vida, / eres niño como yo, / por eso te quiero tanto / y te doy mi corazón”. Te quiero, en primer lugar, porque eres niño. Ya habrá tiempo de quererte porque eres Dios. Cuando vaya descubriendo el misterio de tu divinidad. ¿Se puede decir más y mejor con tan pocas palabras?

Este Dios niño que ya nunca dejará de serlo, a pesar de convertirse en un adulto de treinta y tres años, es el que nace en Navidad y el que nos invita, por imitación de él, a hacernos como niños. Porque Navidad es cuando nace el niño Dios, pero también siempre que en cada uno de nosotros renace el niño que fuimos.

El niño Jesús, que nació en Belén
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