domingo. 28.04.2024

Urbano Lugrís y José Mª Barreiro, una travesía sobre madera de embero

Navega José María Barreiro en la Ciudad de la Cultura. La travesía se muestra calma, detenida en recaladas temporales: aquí el taller, allá la escultura, a este lado... Las ventanas se abren a los paisajes marítimos, a los puertos, a los vientos, a los barcos veleros, a las gaviotas, a las ciudades, a los circos.
Pirograbado Urbano Lugrís-José María Barreiro.
Pirograbado Urbano Lugrís-José María Barreiro.

Navega José María Barreiro en la Ciudad de la Cultura. La travesía se muestra calma, detenida en recaladas temporales: aquí el taller, allá la escultura, a este lado... Las ventanas se abren a los paisajes marítimos, a los puertos, a los vientos, a los barcos veleros, a las gaviotas, a las ciudades, a los circos.

Suena música de fondo: el aire de un gaitero pintor de Forcarei se espesa cual sirena de niebla en sus tangos dibujados entre meninas que danzan. Lo hacen ocasionalmente también al son de acordeones o gramófonos. Hay melodía romántica en todas las evocaciones decorativas del pintor, de Paris, Buenos Aires, Chicago, Miami, Lisboa o Caracas. Pero la pista principal siempre está en Galicia, regresa a ese Vigo con taberna casi portuaria que sigue siendo el Eligio, a la ciudad centro de la intelectualidad; a La Coruña de Urbano Lugrís, al Lalín de Laxeiro, al Obradoiro santiagués, a la Pontevedra de Barreiro, al Ourense de tantos, la Atenas gallega... El color se impone a la abstracción escondida en los fondos, el dibujo se exhibe crudo, deseoso de mostrarse en un desnudo o en una evocación, cada trazo se remarca y, en una curiosa simbiosis, unos cuadros se insertan en otros con armonía sorprendente, abigarrada pero bien combinada. El arte se explaya con vocación casi golfa, atractiva, deseable.

PIROGRABADO URBANO LUGRÍS-JOSÉ MARÍA BARREIRO
Pirograbado Urbano Lugrís-José María Barreiro.

La exposición del Gaiás ha sido formalizada por dos comisarios de excepción, Pilar Corredoria y Antón Castro. La selección de obras es simplemente magnífica, representativa de una carrera prolífica, llena de evoluciones y de dominados matices técnicos, temáticos, cromáticos. Cada cuadro es como un balcón, cada dibujo semeja la filigrana de un forjado o de un encaje de Camariñas, cada escultura es un reto extractivo en el que el pintor de Cela trata de poner en relieve lo que ha pintado.

La muestra guarda sorpresas. El ejemplo puede ser uno de los pirograbados (del griego. piros = fuego graphos = escritura) de la Ría de Vigo que nuestro protagonista realizó con la complicidad de Urbano Lugrís, autor del dibujo, y con el que convivió cuatro años en la ciudad olívica en la segunda mitad de los años sesenta del siglo pasado. El coruñés aportó su estilo inconfundible para representar una bahía con barcos de elevada talla, el joven Barreiro lo completaría con el trabajo de quemado para remarcar el dibujo sobre la noble madera de embero, conocida como el nogal africano, de dureza media, cuyo color de la albura - capa blanda, de color blanquecino, que se halla inmediatamente debajo de la corteza en los tallos leñosos- tiende al amarillo grisáceo claro con posibles matices rosados, mientras que el duramen es más amarronado. Además, como se puede apreciar en la obra, la superficie presenta grietas, deformaciones o manchas marrón oscuras o negras causadas por el veteado. El color se ha oscurecido con el paso del tiempo, por evolución natural. Su aspecto es muy atractivo y vistoso.

Esa obra, se extravió durante los años de estancia de José María Barreiro en Buenos Aires, en los que acompañó a Laxeiro, al que había conocido, como a Urbano, en el bar de Eligio, el maestro de las queimadas de la orden de la Vieira. El local era el centro de la cultura de aquellos años. En el local se daban cita poetas, periodistas, escultores, pintores, escritores y bohemios. Cunqueiro, Castroviejo, Eduardo Blancoamor,  Celso Emilio Ferreiro, Sevillano, Belarmino, Segundo Mariño, Juan Ramón Díaz, Víctor de las Heras, Carlos Oroza, Mendez Ferrín, Pousa, Abelenda, Lodeiro, Huete, Alfonso Sucasas, Mario Granell, los hermanos Quesada, Silverio Rivas, Buciños, Camilo Nogueira padre, Comesaña, Coya, Picallo, Juan Oliveira, Piñeiro, Acisclo Manzano y muchísimos más artistas de una lista interminable, que hacían de aquel lugar una tertulia excepcional.

Una parte sustancial de la memoria de Vigo, Coruña, Compostela y la emigración navega en la Ciudad de la Cultura. Es historia del arte y de la intelectualidad de Galicia, bajo un título de Carlos Oroza: “El silencio que llueve luz en la ventana”. Tintinean las palabras, abramos nuestras propias ventanas y disfrutemos de una travesía única, deliciosa, sobre madera de embero.

Alberto Barciela

Periodista

Urbano Lugrís y José Mª Barreiro, una travesía sobre madera de embero
Comentarios