sábado. 14.12.2024

El Museo Etnográfico Pazo da Cruz, en Covelo, ha vuelto a revivir la tradición de la noche de San Juan. Bajo la dirección de Maximino Fernández Sendín, propietario, un reducido número de personas –debido a la situación de pandemia- ha rememorado lo que, según la tradición, era la noche mágica de san Juan.

El programa empezó a media tarde recogiendo agua de 7 fuentes tal como prescribe la tradición. Fernández Sendín, a la gaita, y Albino, a la caja, se dirigieron a fuentes próximas a la Casa Museo para engalanarlas con flores, tarea de Pilar, Raquel y Rosa así como la de recoger el agua. Fonte Grande y Fonte dos Gatos así como Fonte do Torreiro, en la Hermida, fueron las primeras. A continuación, la Fonte da Peneiriña, en el barrio de Piñeiro; Fonte das Casaianas, en Lourido; y, finalmente, a Fonte do Baño, un manantial de aguas sulfurosas que vierte al río Tea, para cuyo acceso hay que descender unos metros hasta llegar al curso del río, un paraje cautivador. Algunos, como Maximino, se bañaron en estas aguas sulfurosas para aprovechar sus propiedades curativas...Se concluyó así con el ‘cacho’ lleno de las siete aguas.

A continuación la comitiva se desplazó al monte, Coto de Aldiri, para recoger las hierbas de san Juan. Xestas, carqueixas, brezo, tromentelo...que se pusieron con el agua de las siete fuentes que contenía el ‘cacho’, para  después dejarlas en agua bajo el rocío de la noche de San Juan. La ‘poción’ llevaba todo esto. Al día siguiente, en cuanto uno se levanta, es tradición lavarse la cara con esta fantástica colonia natural.

Tras el paseo por Covelo, apetecían ya la sardinas que se asaron en las brasas en la Casa Museo. Fernández Sendín ofreció a sus invitados pan de maíz y de trigo con sardinas asadas y un buen vino mencía que reparaba las fuerzas gastadas en la búsqueda del agua y las hierbas de san Juan.

Tras lo cual, los invitados realizaron una visita guiada por el Museo Etnográfico contemplando sus piezas y colecciones, como la historia del pan, el departamento de los juguetes y muñecos, la escuela de los años 40, el apartado dedicado a Alfonso Graña, el gallego rey de los jíbaros, así como la peluquería tradicional y otras curiosidades que entusiasmaron a los invitados, que no dejaban de mostrar su asombro.

A la vuelta al patio central del museo, gran queimada escenificada por Xan da Cruz con la colaboración de uno de los visitantes. Entre chistes y ‘conxuro’, se elaboró un excelente licor de queimada que, calentito, degustaron los invitados. Acompañado por variados postres, como trenza de roscón y rosquillas tradicionales. No faltó, de nuevo, la música de la gaita y la caja, atronando en una noche de rituales.

Para entonces ya solo restaba saltar la hoguera de san Juan. El primero fue Fernández Sendín, que demostró estar en plena forma cumpliendo con la prescripción de siete saltos. Roberto Ledo hizo algunos menos, pero también con maestría.

Más allá de la una de la madrugada, los invitados se despidieron tras revivir la noche mágica de san Juan en un Covelo agreste y natural, excedentario de agua. En la mente de todos quedaron suspensas unas horas de convivencia en las que se recordó cómo vivían esta tarde-noche nuestros ancestros y con la ilusión de transmitir esto mismo a las nueva generaciones.

La tradicional noche de san Juan revivida en la covelense Casa Museo Etnográfico Pazo...