Cantar a Madrid

Madrid.
Es decir, Madrid dejó de ser un "coñazo" para convertirse solo en un "alboroto". Aun así, él seguía pensando en marcharse un tiempo, no como Sabina, que definitivamente quería descansar para siempre ahí. 

Pensaba estos días en la cantidad de canciones que se han escrito sobre Madrid, desde aquel “Madrid, Madrid, Madrid”, un chotis del mexicano Agustín Lara que popularizó Sara Montiel, hasta el “Pongamos que hablo de Madrid” de Joaquín Sabina, pasando por “Te dejo, Madrid”, de la también mexicana Shakira; “En las calles de Madrid", del barcelonés Loquillo; "Madrid", del gallego Xoel López, o “Madrid amanece”, del –este sí– madrileño Hilario Camacho.

Recordé entonces que Sabina, por corrección política o amor sobrevenido a la capital, con el curso de los años cambió la letra de su tema, de manera que donde decía: “Cuando la muerte venga a visitarme, / que me lleven al sur donde nací, / aquí no queda sitio para nadie, / pongamos que hablo de Madrid”, pasó a decir: “Cuando la muerte venga a visitarme, / no me despiertes, déjame dormir, / aquí he vivido, aquí quiero quedarme, / pongamos que hablo de Madrid”.

Lo que no sabía y he descubierto ahora, escuchando por enésima vez a mi querido Luis Eduardo Aute, es que también él cayó en el mismo embrujo y en su disco recopilatorio “Paseo por el amor y el deseo” (1995), al cantar su excelente “Pasaba por aquí”, se corrigió a sí mismo, y donde en el disco “Alma” (1980) decía: “Qué esperas que te cuente, / hay poco que decir,/ tal vez me vaya un tiempo, / no aguanto este coñazo de Madrid”, pasó a decir entonces: “Qué esperas que te cuente, / hay poco que decir, / tal vez me vaya un tiempo, / no aguanto este alboroto de Madrid”. Es decir, Madrid dejó de ser un "coñazo" para convertirse solo en un "alboroto". Aun así, él seguía pensando en marcharse un tiempo, no como Sabina, que definitivamente quería descansar para siempre ahí. Cosas oiredes.