domingo. 28.04.2024
La opinión de
Ángel Guerra Sierra

Ángel Guerra Sierra

Ha dirigido o participado en 41 proyectos y 40 contratos de investigación. Ha publicado más de 300 trabajos científicos en revistas nacionales e internacionales y presentado 205 comunicaciones en congresos. Autor de 12 libros sobre Ecología y Biología Marina y 29 capítulos en volúmenes colectivos. Editor de 7 volúmenes colectivos. Su tarea de divulgación de la ciencia se concreta en la publicación de 44 artículos y 4 libros. Consultor y asesor de varios organismos internacionales (FAO, ICES, CIEMS….) y nacionales. Director de 21 tesis doctorales, 5 de licenciatura y 3 trabajos fin de master. Profesor de cursos de doctorado y másteres en tres universidades españolas. Ha impartido cursos y conferencias en varias instituciones y universidades europeas y americanas, y ha dirigido 14 expediciones científicas, en el Mediterráneo, Atlántico y Pacífico. Pertenece al Consejo Editorial de 3 revistas científicas y es revisor, asesor y consultor de cerca de otras 45. Ha recibido varios premios y distinciones por su labor científica. Su tarea de defensor de la dignidad humana y del medio ambiente se concretan actualmente en múltiples conferencias, varias colaboraciones en revistas y 6 libros, entre ellos: “Hombres de ciencia, hombres de fe” (Rialp, 2011); “Salvaguardar el medio ambiente” (EINUSA, 2012); “El dinamismo de la información en la naturaleza” (Ediciones Encuentro, 2015). “El imperio de lo banal”.(Editorial Palabra, 2015). Presidente de la Asociación Galega de Bioética (2017- ). Casado y con dos hijos.

Inteligencia Artificial, ir acostumbrándonos a trabajar con máquinas

El empleo de la IA, como el de cualquier tecnología digital, tiene aspectos positivos, pero que debe hacerse con precaución, porque las tecnologías digitales no son neutrales. Puede que con esta afirmación me gane el descalificativo de tecnófogo, pero denunciar el perverso diseño del que ha sido objeto en la actualidad, y la devoción irracional con la que es venerada e incorporada a todos los planos de nuestra vida, es decir, la tecnolatría, es reconocer que la tecnología siempre es resultado de los fines que se propone y de la arquitectura con la que trata de llevarlos a cabo. Si esos fines son malos, la incorporación social de la IA será letal. Realmente, no podemos ser humanos sin la técnica, pero podemos dejar de serlo por la técnica.