Confesión de un foodie en -formación permanente-

Miguel A. Sánchez.

El DESEO por el 'foie gras', posiblemente se lo debamos en gran parte a nuestras madres, cuando en aquella ardua tarea de preparar a diario, las meriendas de los más pequeños de la casa. En la que había ganado su espacio en el calendario los bocadillos de paté “fuegras”, tocaba los martes. Aquellas latas y su tapa negra que llegaría aún más tarde, marcaron el camino por descubrir este delicioso manjar, que es el 'foie gras' de pato o de oca. Será su color, el aroma, la textura suave y untuosa, pero sobre todo el sabor, -exquisito y delicado- que envuelve el paladar como una fina “seda” que tanto gusta mantener en boca, momentos antes de que finalice su viaje.

Miguel A. Sánchez.

El conocimiento y la experiencia te enseñan como degustarlo, hemos realizado barbaridades con este delicado y elegante PRODUCTO, desde espachurrarlo frente a trozos inmensos de pan, hasta subirlo a lo más alto del lomo de algún animal, y la verdad que no se lo merece, a mí personalmente me gusta tomarlo solo, -pedacito a pedacito-, desnudo y sin ropajes. Su pareja de baile es perfecta con un vino blanco, que al menos deberá poseer un mínimo de complejidad y cuerpo. Pero sin duda, me
apasiona “bailarlo” con burbujas finas, de un buen Cava o un Champagne.

Confieso ser un enamorado de este 'delicatessen' que -bocado a bocado-, gusta tomarlo con moderación, es más, es de los productos que es mejor quedarte con ganas, que no hartarte, así la próxima degustación sabrá mejor que la anterior.

Espero seguir encontrándome a lo -largo y ancho- de nuestra geografía, aún con las gentes, que trabajan por mantener viva la producción de este sublime alimento. Un “CUAC CUAC” mayúsculo por los ganaderos de nuestro país que siguen trabajando duramente para alimentarnos al resto. Gracias a toda la cadena de personas que lo hacen posible.

por Miguel A. Sánchez
Las Manos en la Mesa
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