domingo. 09.11.2025

Amazon ha sorprendido al mundo tecnológico y energético con un anuncio que pocos esperaban: la creación de sus propias centrales nucleares modulares para abastecer su creciente infraestructura de inteligencia artificial (IA).

El ambicioso proyecto, bautizado como Cascade, tiene como objetivo garantizar un suministro energético estable, abundante y de bajas emisiones para los gigantescos centros de datos de la compañía, pilares de servicios como Amazon Web Services (AWS). La iniciativa promete reducir la huella de carbono y generar empleo, pero también desata un debate profundo: ¿es una apuesta visionaria hacia la sostenibilidad o un experimento de alto riesgo con posibles consecuencias geopolíticas y medioambientales?


Cascade: el reactor modular que desafía las reglas

El proyecto se desarrolla en colaboración con Energy Northwest y X-energy, y se ubicará en Richland, Washington, una región con larga tradición en investigación nuclear.

Amazon utilizará el Xe-100, un reactor modular de alta temperatura (HTGR) diseñado para operar de manera más segura y eficiente que los reactores convencionales. Cada módulo generará 80 megavatios (MW), y la primera fase contemplará la construcción de cuatro unidades, capaces de producir 320 MW en total. A largo plazo, el complejo podría ampliarse hasta 12 reactores, alcanzando casi 1 gigavatio (GW), una cifra comparable a la potencia de una planta nuclear tradicional.

Los reactores modulares pequeños (SMR), como el Xe-100, representan una de las grandes promesas del nuevo paradigma energético: menor huella territorial, alta eficiencia, seguridad reforzada y la posibilidad de operar de forma descentralizada.

Para Amazon, el atractivo es evidente: energía constante, sin depender del mercado eléctrico, ni sufrir apagones o fluctuaciones que comprometan el funcionamiento de su red global de IA y servicios en la nube.

Sin embargo, los retos no son menores. El marco regulatorio nuclear estadounidense sigue siendo complejo, los procesos de licencia pueden durar años, y los costes iniciales son elevados. Además, Amazon no tiene experiencia directa en el sector nuclear, lo que despierta dudas sobre su capacidad para gestionar una infraestructura tan delicada.


Energía propia o monopolio energético corporativo

El movimiento de Amazon apunta más allá de la eficiencia. Busca independencia total en un contexto donde la IA multiplica exponencialmente el consumo energético. La empresa quiere blindarse ante crisis eléctricas, volatilidad del mercado y tensiones políticas que puedan afectar los precios de la energía.

Pero esta independencia genera recelos.
Expertos advierten que, si Amazon logra autoabastecerse, podría iniciar una tendencia que lleve a otras grandes tecnológicas a seguir el mismo camino, creando “islas energéticas corporativas” desconectadas del sistema público.

Tal escenario transformaría radicalmente el equilibrio de poder entre Estados y corporaciones, en un mundo donde las Big Tech no solo controlan los datos, sino también la energía que los hace posibles.


El precedente nuclear de las Big Tech

Amazon no está sola en esta carrera. Microsoft y Google también han mostrado interés en soluciones nucleares —en su caso, mediante acuerdos con proveedores o exploración de SMR— para sostener sus operaciones basadas en IA.

Sin embargo, Amazon es la primera en dar el paso hacia la construcción real de una planta. Con ello, se convierte en pionera de una tendencia que podría redefinir el sector energético global.

Los defensores del proyecto sostienen que las energías renovables, aunque limpias, no pueden ofrecer la estabilidad que exige la computación a gran escala. Ven en los SMR una solución pragmática que combina bajas emisiones con autonomía energética. Además, argumentan que Cascade podría convertirse en un modelo de colaboración público-privada, impulsando innovación y competitividad en el ámbito energético.

Por el contrario, los detractores temen una nueva forma de privatización energética, con impactos ambientales y sociales significativos:

  • Riesgos de seguridad y gestión de residuos radiactivos en comunidades locales.

  • Escasa supervisión pública sobre las operaciones.

  • Desigualdad en el acceso a la energía, ampliando la brecha entre corporaciones y Estados.


Entre la ambición y la incertidumbre

Con Cascade, Amazon no solo busca energía limpia: busca poder y autonomía. Si el proyecto tiene éxito, abrirá un nuevo capítulo en la historia de la energía corporativa y podría marcar el inicio de una era donde las grandes tecnológicas operen con sus propias redes eléctricas.

Pero si fracasa, podría convertirse en un recordatorio de los riesgos de dejar que la ambición tecnológica avance más rápido que la reflexión ética, ambiental y social.


Fuente: papernest.es

La nueva era energética de Amazon: reactores nucleares para sostener su red global de IA
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