lunes. 08.12.2025

'El Pacificador' de Francisco Suniaga: otra deuda con la Historia

La narración, que es crónica documentada, se disfruta incluso mientras se duda si Trump permitirá a nuestro avión llegar al país del Canal y regresar a España. Se sobrevuela con Iberia la costa venezolana y luego, ya sobre Colombia, las de Santa Marta -escenario de la reciente cumbre de la CELAC-, Barranquilla o Cartagena de Indias —¡ay, recuerdo al olvidado Blas de Lezo!, antecesor triunfal de nuestro General protagonista—, para llegar a destino. 
"Esta publicación no solo presupone un acercamiento a una realidad terca y persistente que durante siglos ha enturbiado la interpretación de los conquistadores y sus herederos", apunta Barciela.
"Esta publicación no solo presupone un acercamiento a una realidad terca y persistente que durante siglos ha enturbiado la interpretación de los conquistadores y sus herederos", apunta Barciela.

Un viaje de seis horas de AVE, 22 horas de vuelos entre Panamá y Madrid y las consabidas esperas aeroportuarias, todo en tres días, para acudir al I Foro de Economía Eurolatino de EDITORED y el diario La Prensa, no pudieron haber sido mejor invertidos que en la lectura de “El Pacificador”, la novela de Francisco Suniaga, sugerencia y regalo de Isaac González, expertos conocedores ambos de Sudamérica.

Esta publicación no solo presupone un acercamiento a una realidad terca y persistente que durante siglos ha enturbiado la interpretación de los conquistadores y sus herederos —empeñados estos en considerarse afrentados por sus antepasados y dejando el relato falaz a sajones y francos—, sino que, además, ofrece la dimensión lúcida, histórica y congruente de una prosa necesaria para comprender nuestra verdad histórica, bien alejada de la versión de  personajillos radicales.

Ofrece la dimensión lúcida, histórica y congruente de una prosa necesaria para comprender nuestra verdad histórica, bien alejada de la versión de  personajillos radicales.

La narración, que es crónica documentada, se disfruta incluso mientras se duda si Trump permitirá a nuestro avión llegar al país del Canal y regresar a España. Se sobrevuela con Iberia la costa venezolana y luego, ya sobre Colombia, las de Santa Marta -escenario de la reciente cumbre de la CELAC-, Barranquilla o Cartagena de Indias —¡ay, recuerdo al olvidado Blas de Lezo!, antecesor triunfal de nuestro General protagonista—, para llegar a destino. Y uno se acompleja de gozar solo de breves nociones, casi a vuelapluma, absolutamente insuficientes, por no saber en realidad quién fue un personaje de la envergadura de Pablo Morillo. Más cuando se sabe que este militar mantuvo un fuerte vínculo con Galicia, luchó aquí contra los franceses durante la Guerra de la Independencia, donde su liderazgo fue clave en la victoria de la Batalla de Pontesampaio y la liberación de Vigo. Posteriormente, ya como Capitán General de Galicia en tiempos de las Guerras Carlistas, combatió a los insurrectos. En esta ocasión el relato nos sitúa en su dimensión humana y trágica de su campaña americana.

La trama de Francisco Suniaga nos sitúa en un momento de profundo quebranto institucional y económico para la Corona, tras las luchas peninsulares contra Bonaparte y la emergencia de los separatistas en América. El 15 de febrero de 1815 zarpó de Cádiz una imponente fuerza expedicionaria. El mando fue otorgado al susodicho general Pablo Morillo, héroe de la recién concluida guerra, quien partió con amplísimos poderes concedidos por Fernando VII. Morillo cruzó el Atlántico bajo la creencia de que un desenlace rápido le permitiría regresar pronto, concibiendo las perturbaciones americanas como una mera “falta temporal de autoridad” en una extensión de su Imperio. Sin embargo, esta convicción pronto se mostró errónea. La realidad que enfrentó no era una simple revuelta, sino una tierra “infestada por una violencia con calado de tres siglos de odio”. Esta animosidad se alimentaba tanto de las profundas diferencias entre los distintos grupos sociales americanos como de una indomable “naturaleza salvaje”.

La narración histórica revela la crudeza del conflicto y las dinámicas internas de autodestrucción: las luchas intestinas socavaron el liderazgo de Simón Bolívar, mientras que el abandono del ejército realista por parte de la Corona transformó el escenario en una catástrofe sin paliativos. El resultado fue la derrota de ambos bandos: la de Morillo, quien regresó “herido y atormentado”, y la de los propios separatistas, quienes terminaron “carcomidos por la división”.

La narración histórica revela la crudeza del conflicto y las dinámicas internas de autodestrucción: las luchas intestinas socavaron el liderazgo de Simón Bolívar

Hijo y nieto de campesinos, el rápido ascenso e de Morillo en el escalafón militar, gracias a su capacidad táctica y de liderazgo, fue inusual, siendo esa la razón por la que Fernando VII lo escoge como el indicado para enfrentarse a la fuerte ola independentista.

El general se ganó el apodo de “Pacificador” porque pacificar las colonias era su misión, que enfocó inicialmente en restablecer el orden y la legalidad. Sin embargo, este título es contradictorio con las medidas represivas que adoptó, las cuales generaron descontento y resistencia entre la población local. La prosa de Suniaga se explaya y es una delicia en sus descripciones sobre cómo veía un español del siglo XVIII la “Tierra Firme”. Un ejemplo es la descripción de los mantuanos -la aristocracia criolla de Venezuela-, cuyos lazos consanguíneos a lo largo de trescientos años formaron un “nudo gordiano consanguíneo imposible de desanudar”.

La habilidad narrativa de Suniaga, conocido por su capacidad para capturar la complejidad de la realidad reconstruye la épica expedición. “El Pacificador” un libro complejo y difícil de escribir, aborda la mayor empresa militar del célebre general español que regresó a España derrotado, enfermo y arruinado, obligado a enfrentar juicios promovidos por sus adversarios. “El destino de los héroes es la derrota”, resume Suniaga sobre el núcleo más actual de su novela.

Se sabe que este militar mantuvo un fuerte vínculo con Galicia, luchó aquí contra los franceses durante la Guerra de la Independencia, donde su liderazgo fue clave en la victoria de la Batalla de Pontesampaio y la liberación de Vigo. 

Llama a la reflexión que las impresiones de entonces siguen actuales, tan actuales que dan miedo... Por eso la invitación es a leer al Pablo Morillo de Suniaga. El papel de un militar como el “Pacificador” invita a una reflexión sobre el impacto de sus acciones en la historia de Hispanoamérica y lo que hemos hecho con la transición hacia la independencia. La novela se inserta en la tradición de la literatura contemporánea latinoamericana que combina la ficción con elementos históricos y políticos. La historia se desarrolla en el contexto de un país en crisis, marcado por tensiones políticas y sociales, siguiendo al protagonista, Tomás Guanipa, un abogado y diplomático que es convocado a participar como mediador en un conflicto político de gran escala.

Le debo un almuerzo a Isaac González, tenemos que hablar del otro lado del Atlántico. Espero que para entonces haya buena noticias para los pueblos hermanos. Ha merecido la pena por muchas razones regresar a América Latina, por muchas razones, transitar 404 páginas que terminan en una despedida.

'El Pacificador' de Francisco Suniaga: otra deuda con la Historia
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