Tareas de agosto
De Finlandia y de Estonia han venido bomberos a apagar fuego a nuestros bosques. Bomberos sabios con cultura profesional. En mi Avenida de Coímbra unos albañiles renuevan las junturas del pavimento diseñado con rasgos creativos. Recortan los cachotes con precisión que revela alta competencia laboral. Como la buena memoria del camarero que acierta en el reparto de las distintas bebidas pedidas por los seis clientes en la misma mesa. Descubro otros vecinos en el barrio que son más que profesionales que aficionados. Mi vecino Pablo me describe su receta de ‘judías verdes con ajada’ que él guisa para cierto colectivo. Lo hace con precisión, gusto y con una pizca de orgullo. Y yo como sus judías verdes con ajada sin percatarme, con indiferencia.
Visiono en este agosto Porgy and Bess por la Sinfónica de Berlín. Las cámaras toman primerísimos planos de los instrumentistas, de los pentagramas y del director. Y oigo la música de Gershwin interpretada al unísono por dos docenas de músicos muy bien ajustados: metales, maderas, cuerdas y timbales con un ojo puesto en la partitura sobre el atril y el otro en el director siberiano Kirill Petrenko (Minsk, 1972).
Tantos oficios y ocupaciones que son útiles y nobilísimos. Dignifican el trabajo y a la humanidad. Quienes los desempeñan dan gloria a Dios. Y quienes no desempeñamos ninguno de ellos nos mejoramos cuando los descubrimos y reconocemos.