El resurgir de la política como servicio
No sabía muy bien de qué escribir, ni qué decir. Visualizando periódicos nacionales pienso que estamos llegando a unos niveles difíciles de digerir por cualquier ser humano; “é increíble” como diría Bisbal.
Muchos sienten tristeza o frustración de no poder contribuir a solucionar los grandes problemas nacionales, sería tan fácil con un poco de buena intención y claridad de ideas. El miedo a la cárcel o a perder poltronas, junto al saqueo del barco hundiéndose hacen difícil cualquier solución.
Cuando alguien veranea desde muy pequeño en el mismo lugar con familiares y amigos, ese lugar adquiere relevancia y se llena de recuerdos de los que ya no están y de los que siguen. Esa fusión de lugares con personas, crean ambientes afectivos, que a veces te hacen pensar y sentir.
La playa de Figueira se caracteriza porque hay una distancia entre el inicio y el mar de medio kilómetro. Arena, tablas de madera y allá al fondo el mar azul y azul salpicado de blanco cuando las olas campean a sus anchas.
Cuando hago ese recorrido en solitario, acompañado a veces de buena música siento una soledad lúcida: todo es simple, arena, tablas, el mar al fondo y alguna gaviota despistada. Recuerdo cuando hacía ese recorrido con mi Madre y demás familiares en medio de una conversación alegre e intrascendente y pienso que ya no están. Estaban, pero ya no están, y lo mismo me pasará a mí inexorablemente, que estoy pero no estaré y también pienso en qué he hecho con mi vida y qué quiero hacer con el resto de la que queda.
Y envuelto en estos pensamientos: quién soy, cómo procurar ser más útil, qué pasara después de la muerte; cómo es mi vida, qué busco de verdad, cómo rectificar los errores ¡Talluditos del mundo! es hora de transformarnos, despertar de la siesta y darnos cuenta que nuestra vida no es más que un trayecto de la playa al mar, ya quedan pocas tablas que recorrer, muy probablemente ya estamos más cerca del mar que del inicio de la playa.
Silencio, bruma, viento, arena, maderas invitan a la reflexión personal y al nacimiento de personas que sepan ejercer su libertad, personas ancladas en profundas convicciones.
Aclaraciones:
Un panorama político irrespirable; un deseo de otra política honrada y que busque servir y enfocarse al interés general; una invitación a la reflexión personal y a las grandes cuestiones del ser humano que catalicen la generación de una nueva forma de hacer política. Todo se ve más claro si eliminas una adicción al vil metal.
La solución:
Saldremos de ésta gracias a un puñado de personas, libres y valientes que ejerciendo sus trabajos con seriedad y honradez, antepongan sus intereses personales al bien común.
¿Cuántos justos se necesitan para salvar Sodoma? No es un solución elitista ya que es toda la sociedad la que demanda honradez, pero quizás ciertas profesiones puedan resultar claves para ejercer como revulsivo.