La gobernanza de la salud mundial en vilo
La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto las vulnerabilidades en la coordinación internacional, lo que unido a la falta de información y tensiones geopolíticas del momento actual hacen inviable la cooperación y acción colectiva, de ahí que la gobernanza de la salud mundial esté pasando por un momento crítico, amenazada su legitimidad y eficacia para responder ante emergencias sanitarias. Las desigualdades en salud, la escasez de recursos, los conflictos armados y crisis ambientales, y el debilitamiento de la OMS son factores que contribuyen a esa incertidumbre de la gobernanza global.
Hasta ahora, gracias a la cooperación y coordinación sanitaria de los 194 países que integran la OMS, ha sido posible definir una seguridad sanitaria mundial e impulsar una agenda de salud global; pero el retorno de Trump a la Casa Blanca en enero de 2025 y su decisión de abandonar la OMS va a suponer un duro golpe a la salud pública mundial (recorte de 1.300 millones de dólares, entre un 20-30% de los ingresos totales de la OMS); por lo que se verán afectadas un sinfín de actuaciones en la lucha contra la mortalidad infantil y mortalidad materna, VIH, tuberculosis, malaria, programas de salud mental, asistencia sanitaria en situaciones de crisis humanitarias, desastres naturales, conflictos armados; programas de vigilancia y alerta global contra epidemias o enfermedades emergentes, etc. EEUU y Argentina (que se sumó a este despropósito), quedarán fuera del reglamento sanitario internacional, de las obligaciones en materia de salud pública, de informar sobre los peligros potenciales de una epidemia o una enfermedad emergente, etc. Este nuevo escenario va a poner en peligro a la población de estos dos países, ya que no va a haber una respuesta unificada y coordinada ante el riesgo de una nueva pandemia o una emergencia sanitaria de carácter internacional.
Hay razones más que suficientes para defender la salud global del oscurantismo anticientífico de Trump, que pretende favorecer una cultura financiera que no tiene en cuenta la ética, el humanismo y los valores que guían la conducta humana, promoviendo la dignidad, la responsabilidad y el bienestar social. La OMS enfrenta desafíos financieros, de credibilidad y de implementación de políticas, especialmente en países con recursos limitados. Tenemos la oportunidad de fortalecer la gobernanza de la salud mundial y construir sistemas de salud más resilientes y equitativos, lo cual pasa por: a/ reformar y fortalecer la OMS; b/ mejorar su financiación y garantizar su capacidad para liderar una respuesta eficaz ante nuevas emergencias sanitarias; c/ fomentar la cooperación internacional para afrontar los desafíos globales de salud; d/ abordar las desigualdades en salud y promover la justicia social en todas las políticas y programas de salud; e/ implicar a todos los agentes sociales en el diseño e implementación de políticas de salud global. Que así sea por el bien de la humanidad.