El primer aceite de oliva elaborado con variedades autóctonas gallegas: un hito histórico nacido en los laboratorios de la Misión Biológica de Galicia
Pontevedra acaba de vivir un acontecimiento simbólico y científico a partes iguales. En los laboratorios de la Misión Biológica de Galicia (MBG-CSIC) se ha producido el primer aceite elaborado con aceitunas de las once variedades autóctonas de olivo que crecen en su parcela experimental. Un pequeño lote, nacido de la primera cosecha y obtenido con el equipo OLIMAKER, marca un hito en la recuperación del olivar gallego.
La noticia se hace pública precisamente en el Día Mundial del Olivo, una efeméride proclamada por la UNESCO en 2019 para reivindicar la importancia cultural, económica y ambiental de este árbol milenario.
Un aceite diminuto, pero cargado de significado
El proceso fue modesto en volumen, casi artesanal: microelaboraciones con reducidas cantidades de aceitunas de diferentes variedades —entre ellas la Brava gallega, Mansa gallega o Santiagueira— que permitieron obtener las primeras muestras de aceite 100% gallego, procedente de material vegetal autóctono multiplicado y cultivado en la MBG.
Para la cata técnica, el Grupo Operativo Oliveiras de Galicia contó con un aliado académico: el IES O Ribeiro, de Ribadavia (Ourense). Hasta la sede de la Misión Biológica se desplazaron la profesora Liliana Lafuente Acuña y dos estudiantes del Ciclo Medio de Aceites de Oliva y Vinos, encargados de evaluar sensorialmente estas primeras pruebas. Una colaboración que, según prevé la MBG, se ampliará en el futuro para que el alumnado pueda realizar prácticas y participar en próximas cosechas.
Qué es el Grupo Operativo Oliveiras de Galicia
El GO Oliveiras de Galicia está integrado por la Fundación Juana de Vega (entidad beneficiaria principal), la propia MBG-CSIC y las empresas Ouro de Quiroga (Lugo) y Olivar de la Concordia (Valga, Pontevedra).
Colabora también la Axencia Galega da Calidade Alimentaria (AGACAL) y participa el laboratorio Cultigar como entidad subcontratada.
El proyecto inició su trabajo en septiembre de 2023 y se prolongará hasta septiembre de 2026. Su objetivo principal es optimizar técnicas de estaquillado clásico y micropropagación in vitro para multiplicar a gran escala once variedades únicas de olivo gallego:
Brava gallega, Mansa gallega, Brétema, Carapucho, Carmeliña, Folgueira, Maruxiña, Susiña, Hedreira, Xoana y Santiagueira.
Además, busca crear la base científica necesaria para realizar estudios comparativos agronómicos en plantaciones experimentales distribuidas en diferentes puntos de Galicia, una información clave para la futura expansión del olivar autóctono.
Un salto tecnológico y una apuesta por el futuro
El consorcio prevé que los avances en técnicas de multiplicación supongan un salto tecnológico significativo, facilitando la obtención de plantas enraizadas y permitiendo la transferencia de conocimiento a toda la cadena de valor del sector oleícola gallego, donde el interés por este cultivo no deja de crecer.
El trabajo del GO no parte de cero: bebe de una línea de investigación iniciada en 2012 por el grupo Viticultura, Oliveira y Rosa (VIOR) de la Misión Biológica, apoyada más tarde —entre 2017 y 2023— por la Fundación Juana de Vega, que destinó 350.000 euros procedentes de fondos propios.
La fase actual cuenta con una financiación de 179.652,68 euros, procedentes de las ayudas de la convocatoria 2023 para proyectos innovadores de Grupos Operativos de la Asociación Europea de Innovación (AEI), cofinanciadas por el FEADER dentro del Plan Estratégico de la PAC 2023-2027.
Variedades en proceso de reconocimiento oficial
De las once variedades estudiadas, Brava gallega y Mansa gallega ya están inscritas en el Registro de Variedades de Conservación, mientras que Carapucho, Carmeliña y Maruxiña figuran en el Registro de Variedades Comerciales del MAPA desde diciembre de 2024.
El resto se encuentran en proceso de registro, un paso clave para consolidar su uso agrícola y comercial.
Un hito que abre camino
La elaboración de este primer aceite —aunque sea en cantidades testimoniales— simboliza un avance decisivo en la recuperación del olivar gallego y en la valorización de sus variedades tradicionales.
Es la confirmación de que un proyecto que comenzó hace más de una década empieza a dar sus primeros frutos literales, con el aroma y el color de un aceite que aspira a tener identidad propia en el mapa oleícola nacional.