Ponteareas despide a Antonio Troncoso de Castro, Hijo Predilecto y guardián de tradiciones
Ponteareas, la villa del Corpus Christi, ha despedido con pesar a Antonio Troncoso de Castro, fallecido en Madrid en vísperas de la festividad que tanto impulsó y benefició. Su partida deja a la localidad con dos Hijos Predilectos en vida de un total de once, marcando el fin de una era para una figura clave en la preservación de las tradiciones y la promoción de su tierra natal.
Nacido en 1933, Antonio Troncoso de Castro fue un hombre de leyes, Licenciado en Derecho y Ciencias Sociales, Coronel Auditor del Cuerpo Jurídico Militar y ex fiscal del Tribunal Supremo. Presidente del Instituto del Condado y A Paradanta. Sin embargo, su legado trasciende el ámbito jurídico para adentrarse en el corazón de Ponteareas, donde fue reconocido como Hijo Predilecto por su incansable labor.
Actualmente, los títulos de Hijo Predilecto de Ponteareas recaen en el profesor Francisco Peña (1955) y el ciclista Álvaro Pino (1956). Troncoso de Castro se une ahora a una lista de ilustres ponteareanos que han recibido este honor póstumamente, entre los que se encuentran el compositor Reveriano Soutullo Otero, el maestro Manuel Piñeiro Groba, el antropólogo Fermín Bouza Brei, los ciclistas Delio Rodríguez Barros, el político Manuel Crespo Alfaya, el empresario Feliciano Barrera Fernández, el músico Rogelio Groba Groba y el profesor Lorenzo Olarte Cullen. Es importante destacar también la figura del "superministro" Gabino Bugalla Araújo, quien, aunque no nombrado Hijo Predilecto, fue un jurista y político monárquico conservador de gran relevancia en la historia de España.
Un legado forjado con amor por su tierra
Las emotivas palabras de su nieto, leídas tras el funeral celebrado el pasado martes en la iglesia de Ponteareas, dibujaron un retrato íntimo y conmovedor de Antonio Troncoso. Un hombre que, a pesar de su dilatada carrera en la capital, nunca olvidó sus raíces gallegas.
El amor por la música clásica y las corales era una de sus grandes pasiones. La Coral Polifónica del Centro Deportivo de Ponteareas, que cantó en su memoria durante el funeral, ocupaba un lugar especial en su corazón. Antonio Troncoso fue un impulsor incansable de la coral, llevándola por toda España e incluso al Vaticano, donde, como su nieto rememoró con emoción, "sonó la rianxeira por primera vez en la Basílica de San Pedro". Su dedicación fue reconocida el año pasado en el homenaje al director de la coral, Ángel Viro, un momento que lo conmovió profundamente.
Su orgullo por Ponteareas era palpable. Admiraba a la gente de su pueblo y siempre destacaba a sus grandes deportistas, como los hermanos Rodríguez, campeones de la Vuelta Ciclista a España, y a empresarios como Feliciano Barrera. Disfrutaba de las natillas del "Linqulindíin" y siempre llevaba a Madrid "un par de paquetes de rosquillas la marquesina y el ancla" para compartir con sus amigos y nietos.
La figura de Don Enrique, el párroco de Ponteareas, quien durante cuarenta años prestó ayuda a todo el pueblo, era para él un modelo a seguir. El afecto por su tierra era tal que, en una anécdota entrañable, dejó claro que solo la gente de Ponteareas podía llamarlo "Toñito Troncoso". Por todo ello, su nombramiento como Hijo Predilecto por el alcalde Pepe Castro fue un motivo de inmensa gratitud.
El pilar de su familia y la difusión de la cultura gallega
Antonio Troncoso de Castro fue un hombre de familia. Siempre hablaba con admiración de sus padres. De su padre, médico rural y jefe de la casa de socorro, destacaba sus "manos especiales" y cómo "nunca se le había muerto una mujer en un parto", además de su labor altruista y su valentía al proteger el Santísimo durante la guerra. De su madre, recordaba que "tocó el piano hasta el último día de su vida" y su capacidad de adaptación y gran valía.
El cariño por sus hermanos era inmenso. De Carmen, destacaba su inteligencia; de Mauricio, su generosidad; y de Leonor, el alma de la casa de Ponteareas, su austeridad y su colaboración en las festividades religiosas. También profesaba un gran afecto por su prima Celita, a quien consideraba una hermana. Su familia de Valeixe, incluyendo a su tío Sergio y a su tía Merceditas, y el cuidado ejemplar de sus primos Ana, Juan Manuel y Fátima hacia su madre, eran ejemplos constantes para él. La reciente noticia del éxito de su nieta Marina Troncoso como actriz en el Festival de Cannes fue una de sus últimas grandes alegrías.
Más allá de su familia, uno de sus grandes empeños fue la difusión de la figura de Luis de Trelles, fundador de la Adoración Nocturna Española. Presidió la Fundación Luis de Trelles y promovió su causa de beatificación, organizando cursos de verano durante treinta años para dar a conocer su legado.
Su amor por Galicia lo llevó a participar activamente en la "xuntanza de gallegos de Madrid" y a dar conferencias anuales sobre santuarios marianos y el Camino de Santiago. Su último libro de poemas, "Amagos", fue escrito íntegramente en gallego, un testimonio de su profundo arraigo. En sus últimos años, su pasión por Galicia lo llevó a dar conferencias sobre los santuarios marianos y la figura de Antonio Palacios, demostrando su vasto conocimiento y memoria prodigiosa.
Un legado que trasciende fronteras
Antonio Troncoso de Castro también dejó su huella en iniciativas que trascendieron las fronteras de Galicia. Fue un impulsor clave en la creación de la Fundación de las Campanas de la Almudena, una gesta nacida de una conversación con el Cardenal Rouco, quien echaba de menos el sonido de las campanas gallegas en la catedral madrileña. Dentro de unos días se cumplirán 25 años de la colocación de estas campanas, en un acto en el que participó junto al presidente de la Xunta de Galicia Manuel Fraga y el alcalde de Madrid Álvarez de Manzano.
Su aprecio por Portugal era innegable, especialmente por Monção y la Asociación dos Combatentes de Monção. A pesar de ser de Ponteareas, siempre agradeció el cariño con el que fue acogido por el alcalde de Crecente, Julio García Luengo, y elogiaaba la labor del cura del Couto y Villar, Don Josemaría. Además, puso mucho empeño en la restauración del pazo familiar junto a su esposa Pilar, priorizando siempre la mano de obra local. Su dedicación al cuidado del viñedo en la finca de Villar y su hospitalidad con los huéspedes, a quienes sorprendía con su conocimiento enciclopédico de sus lugares de origen, son testimonios de su carácter generoso y culto.
Su vida giró en torno a sus hijos y, sobre todo, sus nietos, a quienes inculcó la importancia del trabajo y el estudio. Hasta el final de sus días, Antonio Troncoso no dejó de trabajar, siempre dispuesto a ayudar a quienes acudían a su despacho, inspirado quizás por la figura de Luis de Trelles.
Fallecido en la víspera del Corpus Christi, festividad que tanto amó, Antonio Troncoso de Castro fue un hombre austero que disfrutaba ayudando a los demás. Su nieto, en un emotivo cierre, recordó que el abuelo "daba lo que no tenía" y que, como todos, tuvo aciertos y errores en su vida. La misa funeral no fue solo un acto social, sino un sufragio por su alma, un último adiós a un hombre cuyo amor por Ponteareas y su gente dejó una huella imborrable. Su sueño de ser llevado al cementerio del Couto en tractor, guiado por Ernesto, por el camino real, es un eco final de su apego a la tierra que tanto amó y a la que dedicó gran parte de su vida.