Tui late al ritmo del Corazón de Jesús y aplaude la entrega de sus sacerdotes

El Seminario de Tui renueva su corazón y la diócesis aplaude la vocación de sus presbíteros.
La diócesis de Tui-Vigo se vistió de celebración para honrar a sus sacerdotes jubilares y renovar la consagración del Seminario al Sagrado Corazón de Jesús, en una jornada presidida por el obispo Antonio Valín y marcada por la emoción y el agradecimiento.

Un año más, la diócesis de Tui-Vigo se reunió hoy en Tui para celebrar con fervor la renovación de la consagración del Seminario al Sagrado Corazón de Jesús y rendir homenaje a los presbíteros que conmemoran sus bodas de diamante, oro y plata. En esta ocasión, fueron siete los sacerdotes agasajados, junto al obispo de Abancay (Perú), Mons. Gilberto Gómez, natural de Albeos (Crecente), quien celebra 50 años de su ordenación sacerdotal.

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El obispo de Tui-Vigo, Mons. Antonio Valín, presidió por primera vez desde su ordenación episcopal la eucaristía en el templo parroquial de San Francisco, anexo al Seminario Menor de Tui. Estuvo acompañado por el obispo emérito, monseñor Luis Quinteiro, el obispo de Abancay, monseñor Gilberto Gómez, los siete sacerdotes homenajeados y numerosos presbíteros diocesanos. Durante su homilía, el prelado tudense citó al santo cura de Ars, afirmando que «el sacerdocio es la manifestación del amor que el corazón de Jesús tiene por la humanidad y que se expresa a través de la vida, ministerio y presencia de los presbíteros en medio del mundo».

Monseñor Valín preside en Tui una emotiva jornada de renovación y homenaje sacerdotal.

En este día de agradecimiento por la fidelidad de la vocación sacerdotal, monseñor Antonio Valín recordó que la vida de los sacerdotes «es un don y una tarea. Cada uno de nosotros, con nuestras virtudes y con nuestros pecados, somos cauces del amor de Dios manifestado en Cristo, llamados a repartir ese amor; a manifestarlo en gestos y en palabras, siendo pastores unidos al buen pastor. Nuestro Dios ama el mundo pastoreando a su rebaño, tomando la iniciativa del amor, de la misericordia y de la solidaridad. Somos, como nos decía Benedicto XVI, instrumentos para la difusión y el amor de Dios».

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Contemplando la entrega de Cristo por la humanidad, el obispo subrayó que «nos sentimos impulsados a dar la vida por nuestros hermanos, haciendo de nuestra existencia un servicio generoso y desinteresado a todos. El sacerdote y la Iglesia o es servidor, o servidora, o no tiene un sentido. La única y verdadera potestas [autoridad] de nuestro ministerio es la que proviene y deriva del servicio de los demás. Sólo así entenderemos lo que significa ser presbítero en medio del mundo».

Monseñor Antonio Valín concluyó su intervención pidiendo que «el corazón de Jesús fortalezca la capacidad de amar y de servir de todos nosotros; nos impulse para que aprendamos a caminar más juntos, hacia un mundo cada vez más empapado del amor de Dios. No dejemos de ser nunca, como nos decía Teresa de Lisieux, en el corazón de la Iglesia, nuestra madre, el amor: esa es nuestra vocación. Ponemos ese deseo en manos de la virgen María, que hoy celebramos en la advocación de Nuestra Señora de Fátima».

Tras la eucaristía, sacerdotes y fieles participaron en una procesión con la forma eucarística hasta el claustro del Seminario, donde renovaron la consagración ante la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, una tradición centenaria. Allí, se entonó el himno al Sagrado Corazón, con letra del obispo y poeta monseñor Manuel Lago González y música del maestro de capilla de la catedral de Tui, Martínez Pose, dirigido por Daniel Goberna, prefecto de Música de la catedral. Goberna destacó el entusiasmo que permite seguir cantando este himno año tras año.

La jornada comenzó con la conferencia «Ministerio orante: la oración en la vida del sacerdote», impartida por Florentino Pérez Vaquero, director de la Subcomisión para Seminarios de la Conferencia Episcopal Española. Además, monseñor Gilberto Gómez presentó sus dos últimas obras, «En tus manos» y «Terriña».

La celebración culminó con una comida de confraternización en la que se entregaron obsequios en reconocimiento a la fidelidad y perseverancia de los sacerdotes jubilares: Jesús Montero Barrera (bodas de diamante), Julio Ramos Rodríguez, Manuel Ángel Rodríguez Luis, Antonio Gálvez Tomey (Claretiano) y Leoncio Mulero Collantes (Carmelita) (bodas de oro), y Miguel Ángel Castro Quintero y José Benito Cividanes Alonso (bodas de plata). También se sumó al homenaje monseñor Gilberto Gómez por sus 50 años de sacerdocio.