Montecastelo acoge la presentación del libro que recupera la figura de don José Domínguez

El director de Montecastelo, Santiago Iglesias, el editor Agustín Alfaya y el periodista Roberto Ledo.
La vida y el legado de don José Domínguez volvieron a cobrar fuerza en Montecastelo, donde casi un centenar de personas se reunieron para presentar Le llamábamos don José, una obra construida a partir de testimonios que evocan a un sacerdote inolvidable.

Casi un centenar de personas acudieron al colegio Montecastelo para la presentación del libro Le llamábamos don José. Entre los asistentes se encontraba el concejal vigués Ángel Rivas. El autor de la obra, Gabriel Pérez Gómez, participó en el acto mediante videollamada.

El encuentro comenzó con la intervención de Santiago Iglesias, nuevo director de Montecastelo, quien dio la bienvenida al público. Aunque no llegó a conocer personalmente a don José Domínguez, destacó algunos rasgos del protagonista que le habían transmitido quienes sí lo trataron. “Me hablaron maravillas”, afirmó Iglesias. “Me hablaron de su devoción a la Virgen de Fátima… Y luego su arrojo, que no dejaba a nadie indiferente. Un sacerdote con mucha energía, mucho don de gentes y una enorme capacidad para ‘arrastrar’ a los demás”.

Gabriel Pérez Gómez, periodista y doctor en Ciencias de la Información, ha sido el encargado de escribir este libro a partir del material recopilado por los “chicos” de don José. Explicó que ya tiene varias biografías publicadas —Álvaro d’Ors, Gregorio López Bravo y actualmente trabaja en la de José Ortiz Echagüe—, aunque reconoció que “no es el género que más me gusta; prefiero la libertad de las novelas”. También es autor de cuatro relatos ambientados en la Guerra Civil española.

Durante su intervención, Pérez Gómez relató la génesis del libro una vez aceptado el encargo. En Bueu realizó una larga y “distendida” entrevista a don José, con la condición de que no se publicara hasta después de su fallecimiento. “Don José estaba muy bien de cabeza, pero unos detalles nos llevaban a otros y fuimos ampliando el marco de su vida”. Al autor le impresionó especialmente su actitud: “Hablaba sin perder la sonrisa”.

El escritor descubrió en él a “un hombre normal, que se expresaba sin grandilocuencias ni palabras rebuscadas, porque quería ser entendido de la mejor manera, con sencillez”. También se detuvo en las incomprensiones que vivió con su padre —comunista, al igual que uno de sus hermanos—, quien nunca aceptó su vocación sacerdotal.

Pérez Gómez confesó haber quedado admirado del “profundo sentido del sacerdocio que tenía don José”, así como de su visión de la Eucaristía y la confesión. Relató también “sus años de seminarista travieso y cómo estuvo a punto de ser expulsado del seminario varias veces”. En cuanto a su labor pastoral, recordó con viveza sus primeras parroquias y el trabajo con aquellos jóvenes que acabarían siendo el núcleo del club Dorna.

También habló de su vinculación con Montecastelo y de las dos ocasiones en que estuvo a punto de morir. “Describía esas situaciones sin dramatismo, aceptando lo que pudiera haber ocurrido”. El autor resaltó su devoción y la especial confianza que tenía en su Ángel de la Guarda. Del mismo modo, destacó su profunda devoción a Nuestra Señora de Fátima y su conocimiento detallado sobre las apariciones.


Intervención del editor, Agustín Alfaya

Por su parte, Agustín Alfaya, periodista y abogado, editor del libro Le llamábamos don José y quien conoció al protagonista en los años 70, ofreció una reflexión muy personal sobre su figura. “Entendí la vida de don José a través de lo que escribía Gabriel y de las decenas de testimonios que recoge el libro”. Aunque ya lo conocía, confesó que, tras leer el manuscrito, “me enamoré de la figura de don José”.

Alfaya recordó las palabras evangélicas “por sus hechos los conoceréis” y concluyó: “Las obras, los hechos de don José, son los de un santo”. Afirmó además que publicar el libro había sido un acierto: “Te llena el corazón leer lo que se relata en estas páginas”.


Intervención de Roberto Ledo, director de Diario Luso-Galaico

La tercera intervención fue la del director de Diario Luso-Galaico, Roberto Ledo, quien compartió una anécdota de su vida profesional en la que el apoyo de don José fue decisivo.

Describió al protagonista del libro con estas palabras: “Don José fue mucho más que un profesor y un capellán: fue un sembrador de vocaciones —no solo religiosas, sino humanas—, un acompañante discreto, un hombre que siempre ponía a la persona por encima del cargo o del error, un vigués con una luz muy propia”.

En referencia a la obra presentada, añadió: “Como periodista, me gustaría subrayar algo: libros como este no solo recuerdan una vida. Custodian memoria. Nos devuelven el paisaje humano de una ciudad y de un tiempo. Y nos recuerdan que detrás de la historia grande hay siempre historias pequeñas —como la que acabo de contar— que son, quizá, donde uno descubre la verdadera estatura de las personas”.


Recepción del público

Finalmente, más de un centenar de ejemplares fueron adquiridos por los asistentes al acto, reflejo del cariño y admiración que sigue despertando la figura de don José Domínguez.